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Las vacaciones con niños forman parte de los bonitos recuerdos que se conservarán toda la vida, tanto adultos como niños. El verano es la época en la que los viajes con niños son más frecuentes y son sin duda un periodo idóneo para olvidar las preocupaciones de la rutina y pasar tiempo con los niños, dejando que su curiosidad, su energía y su ilusión empapen al resto de la familia, sabiendo que sin duda alguna los niños son los que más disfrutan de las vacaciones familiares.

Como cualquier persona con espíritu viajero, los jóvenes están encantados de descubrir mundo y vivir nuevas aventuras, si bien es cierto que a la hora de efectuar un viaje con niños es necesario tener en cuenta las precauciones y los cuidados extra que requieren. Para ello, la psicóloga Silvia Álava, especialista en Psicología Clínica y de la Salud y en Educativa y Familiar, ha elaborado una guía práctica con cinco claves para que los padres y madres disfruten tranquilos de las vacaciones de verano sin renunciar al bienestar de sus hijos.


Los desplazamientos suponen para las familias grandes quebraderos de cabeza, algo que se puede descartar, siempre y cuando se planifique el viaje con hijos correctamente. Es importante calcular la duración del trayecto, pensar en las paradas que se harán durante el camino, su frecuencia y ubicación exacta. También resulta fundamental explicar a los niños con detalle en qué consistirá el viaje, qué lugares se visitarán y dejarles claro qué se esperará de ellos.

El viaje ya está en marcha y una duda fundamental asalta a los padres: “¿Qué van a comer los niños fuera de casa?”. Casi todos los restaurantes incluyen en sus cartas menús infantiles, que se adaptan a las demandas nutricionales de los niños. Si se viaja con niños menores de dos años y el plan requerirá pasar más tiempo de lo habitual fuera de casa, puede que la situación, a priori, parezca más complicada. En estos casos, lo mejor es intentar llevarles la comida hecha de casa, metiendo en la maleta tarros de purés y cremas. Si el tiempo apremia, una buena opción es comprar potitos elaborados con ingredientes naturales para que ellos también puedan saborear el viaje.

En la maleta nunca faltarán las palas, las toallas, la merienda, la protección solar… Pero ¿qué sucede con los productos de higiene de los niños? Llegados a este punto lo mejor es no volverse loco, ya que las necesidades de higiene de los niños en verano son las mismas que el resto del año. Algo de ropa de recambio, pañales y toallitas para bebé sin perfume son imprescindibles en la bolsa de aseo.

Aunque durante las vacaciones los horarios y las actividades rompen con lo habitual del resto del año, al viajar con niños es importante procurar no alterar del todo el ritmo al que están acostumbrados. Relajarse en cuestión a los tiempos y ser más flexibles, no está reñido con mantener los ritmos de sueño y los horarios de las comidas. Los hábitos nocturnos se trastocan al salir fuera de casa, sobre todo, si el día está cargado de excursiones y actividades. Aunque estas circunstancias resulten inevitables, es importante ayudar a los niños a autorregular su sueño y que adapten su ritmo sueño-vigilia. Algo tan sencillo como darles un baño relajante perfumado, masajearles suavemente o terminar el día con actividades tranquilas – como leerles un cuento con luz tenue- les ayudan enormemente a conciliar antes el sueño y a dormir plácidamente toda la noche.

No hay nada mejor que unas buenas vacaciones en familia y aunque sea uno de los periodos más esperados del año, coordinar todo para que salga perfecto es fundamental, por lo que es importante que apuntes estas claves para conseguir el éxito esperado.

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