Lituania, Letonia y Estonia, bañadas por el Mar Báltico en el norte de Europa, caminan orgullosas tras superar, con nota muy alta, las dificultades del siglo pasado. Su rica historia y exquisita belleza, nos irá sorprendiendo en cada país. El tamaño de las tres pequeñas Repúblicas facilitará su visita en un mismo viaje, además de que su privilegiada situación geográfica nos permitirá la posibilidad de ampliar nuestros destinos hacia la ordenada Estocolmo en Suecia, a la vanguardista Helsinki en Finlandia o a la San Petersburgo rusa más imperial.
Lituania es, por su bello paisaje nórdico, sus ciudades con encanto y su dilatada historia, un destino a destacar: Vilnius, su capital, es conocida como la “Roma del este” por el gran número de iglesias que podremos visitar. Ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO por su precioso y monumental centro histórico que aún conserva un trazado medieval salpicado de numerosas iglesias de los más diversos estilos artísticos como San Pablo, Santa Catalina, San Francisco o Santa Ana, sin olvidarnos de la Catedral. El complejo de la Universidad, el Barrio Judío y la Torre de Gediminas -desde la que obtendremos unas vistas impresionantes de la ciudad- son otras visitas que tendremos que tener muy en cuenta. A pocos kilómetros de Vilnius se encuentra Trakai, también conocida como “la ciudad sobre el agua” por estar completamente rodeada por el lago Galve. En ella destaca su espectacular castillo medieval. También es medieval Kaunas, la segunda ciudad del país, con su pintoresco centro histórico, su magnífico castillo con su Torre Redonda en la confluencia de los ríos Nemunas y Nerís, la plaza del Ayuntamiento con su esbelta torre, su gótica catedral o las iglesias de la Santísima Trinidad y la de San Miguel Arcángel. Una de las visitas más curiosas es el Museo del Diablo, que alberga unos fondos que están relacionados con el folklore en torno a la figura del Demonio. Otro de los atractivos turísticos de Lituania es la “Colina de las Cruces”, situada al sur de la ciudad de Šiaulia, es un promontorio que a lo largo de los siglos ha sido cubierto por infinidad de cruces y crucifijos. Sus orígenes son confusos, aunque se cree que la tradición empezó ya en la Edad Media, posteriormente fue un santuario donde los católicos reafirmaban sus convicciones frente al protestantismo y ya en el siglo XX se convirtió en el símbolo de la libertad para los lituanos tras las sucesivas ocupaciones nazi y soviética.
Letonia nos ofrece, por su parte, una gran variedad de experiencias que harán de nuestro viaje en familia una experiencia inolvidable. Sus frondosos bosques se extienden por todo el país hasta las orillas del Mar Báltico y su rico patrimonio cultural no nos dejará indiferentes.
Riga, a orillas del río Daugava, resplandece orgullosa de su pasado con un casco histórico reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Los imprescindibles de Riga son: la Plaza del Ayuntamiento en la que nos sorprenderá la Casa de los Cabezas Negras; el coqueto parque de la Colina del Bastión con el altísimo obelisco monumento a la Libertad; el Art Nouveau plasmado en numerosos edificios como los de las calles Alberta y Elizabetes; el Parque de la Esplanada en el que podremos visitar la Catedral Ortodoxa; los restos de las antiguas Murallas medievales que se extienden por la preciosa calle Troksnu en la que nos toparemos con la única puerta que se conserva, la Puerta Sueca; la Iglesia de San Pedro, junto a la Plaza del Ayuntamiento, que desde su torre nos ofrecerá unas espectaculares vistas de la ciudad; la Torre de la Pólvora, otro de los restos de las antiguas murallas y que alberga el Museo de la Guerra; la animada Plaza Livu, rodeada por singulares edificios como la Casa de los Gatos; el Mercado Central de Riga, ubicado en los antiguos hangares de zepelines de la I Guerra Mundial; Los Tres Hermanos, nombre que reciben los peculiares edificios medievales que se encuentran en los números 17, 19 y 21 de la calle Maza Pils; o la Academia de Ciencias de Letonia, reflejo de la arquitectura comunista más característica.
Además de Riga, Letonia esconde otros tesoros que podremos visitar como por ejemplo: el barroco Palacio de Rundale, impresionante y lujoso edificio que albergaba la corte de Curlandia; Jurmala, el balneario más grande de los países bálticos con sus spas, centros de salud y aguas medicinales; la naturaleza primigenia del Parque Nacional de Gauja; o Turaida, con su formidable castillo, son sólo algunos ejemplos del gran potencial turístico de Letonia.
Estonia ha sabido reinventarse y, además de ofrecernos grandes posibilidades turísticas por su impresionante entorno natural y su rico patrimonio cultural, se ha convertido en muy pocos años en uno de los países más innovadores y modernos de Europa. Su capital Tallin es, al igual que Vilnius y Riga, Patrimonio de la Humanidad y la ciudad medieval mejor conservada del norte europeo. Tallin no dejará de sorprendernos por sus maravillosos monumentos y por su alto grado de tecnología y modernidad que están totalmente integrados en su arraigada tradición. Su casco histórico la convierten en una de las ciudades más bonitas de Europa por sus numerosas joyas arquitectónicas: la calle Viru nos dará la bienvenida al centro histórico con sus dos imponentes torres; el recinto amurallado del que se conservan más de dos kilómetros de muralla y veinte torres, como la Torre gorda de Margarita; la adoquinada plaza principal, Raekoja Plats, con el edificio gótico del Ayuntamiento y la farmacia más antigua de Europa; la Iglesia de San Olaf con su altísima torre que nos ofrece una de las mejores vistas de Tallin; el Patio de los Artesanos y el Pasaje de Katarina nos transportará a una Edad Media gremial; o la colina de Toompea -parte alta del casco antiguo- con la Catedral ortodoxa de Alexander Nevski, la Catedral luterana de Santa María y el Castillo de Toompea que actualmente alberga la sede del Parlamento estonio. Un rasgo que también caracteriza a Estonia es su privilegiada naturaleza como podremos comprobar en el Parque Nacional de Lahemaa con sus exuberantes bosques de pino musgosos o en las islas de Saaremaa y Muhu con sus extraordinarios paisajes litorales salpicados de pueblecitos que mantienen vivas las tradiciones y el folklore estonio.
Lituania, Letonia y Estonia no nos dejarán indiferentes por sus monumentales y medievales capitales, su bella naturaleza y su singular estilo de vida. Las Repúblicas Bálticas nos proporcionarán una gran variedad de actividades para toda la familia, desde salidas organizadas para recolectar frutos del bosque y setas, paseos en bici o en trineos de caballos en invierno, búsqueda de ámbar entre las arenas del Mar Báltico e, incluso, la posibilidad de disfrutar de las playas de Pärnu (Estonia), Palanga (Lituania) o Jurmala (Letonia) en verano; todo ello hará que nuestro viaje sea inolvidable.
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